A lo largo de los siglos, durante todo el período de expansión de Venecia, cuando se vio obligada a defender sus mercados comerciales frente a las empresas comerciales de los árabes, los genoveses y los turcos otomanos, Venecia nunca dejó de consolidar su posición en la laguna.

En este mar interior que ha estado continuamente amenazado, se levanta en medio de un minúsculo archipiélago al borde mismo de las olas uno de los núcleos urbanizados más extraordinarios de la Edad Media.

Desde Torcello al norte hasta Chioggia al sur, casi todas las 

islas pequeñas tenían su propio asentamiento, ciudad, pueblo de pescadores y pueblo de artesanos (Murano).

Sin embargo, en el corazón de la laguna, la propia Venecia se erige como una de las mayores capitales del mundo medieval.

Cuando un grupo de islas minúsculas se consolidó y organizó en un sistema urbano único, de la topografía primitiva no quedó nada más que lo que se convirtió en canales, como el Canal de la Giudecca, el Canal de San Marcos y el Gran Canal, y una red de pequeños canales que son las verdaderas arterias de una ciudad sobre el agua.