Y desde allí a otro punto que es preciso visitar: el llamado Barrio Húmedo donde se ubica la Playa Mayor, y una buena zona de lugares de picoteo. Barrio de cuyo nombre se han elaborado una y mil teorías, aunque, quizás, la más aceptada sea la de que al ser una zona con muchas tabernas, al trasegar el vino de cubas a tinajas y cántaros, había líquido que caía al suelo y era preciso regar la calzada con agua, de ahí que estuviese húmeda la zona.

Volver los pasos atrás, bordear el edificio de Gaudí…y unos metros más allá se encuentra el segundo símbolo, en importancia, de León. Nada más y nada menos que la Real Colegiata de San Isidoro.  Una joya mágica, el conjunto románico más importante de España.

Pero esta ciudad, es más. Estamos en una población amable con el visitante que puede recorrerla a pie y así imbuirse en toda su historia y tradición, y así se llega hasta el Hostal de San Marcos, el Parador Nacional.  De estilo plateresco, fue inicialmente impulsado por los Reyes Católicos para entregárselo a la Orden de Caballería de Santiago, como punto de paso de los peregrinos hacia Santiago.

En este edificio, donde cada piedra habla, y donde en cada claustro brota la belleza arquitectónica, estuvo preso Quevedo, y se cuenta, se dice, que algunas veces se le puede ver recorrer muy malhumorado sus pasillos.

León es magia, León es un conjunto de belleza que la han convertido en un lugar que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, y donde, de verdad, que, si las escuchan, sus piedras cuentan mil y una historia.