El alquiler de un barco sin necesidad de tener permiso de patrón se está imponiendo como opción de vacaciones por Europa. Es una forma de turismo slow que, además se realiza en pareja o con familiares y amigos, aparte de ser económico, aporta una experiencia personal doble, la de la propia navegación y la de la convivencia y trabajo colaborativo con los demás.

Un alquiler que debe hacerse con empresas especializadas y con mucha experiencia en el sector, como puede ser la francesa “Le boat” que además cuenta con asistencia y asesoramiento en español para definir tu ruta y solventar todas tus cuestiones.

La empresa de alquiler de barcos nos facilitará la formación necesaria para saber navegar por los canales holandeses y como no, por la ciudad de Ámsterdam, que tiene su código de circulación náutico de obligado cumplimiento. Puentes, esclusas y semáforos están a la orden del día y a pesar de no ser difícil, conviene estar preparado para afrontar el reto de circular por unos canales bastante concurridos.

La recompensa merece la pena: descubrir Ámsterdam desde la perspectiva que dan los canales es una absoluta delicia. Y le da a nuestro viaje un encanto especial. La empresa francesa Le Boat, con su flota de embarcaciones de recreo para turistas poco o nada experimentados, facilita una experiencia diferente a la clásica de dormir en un hotel o albergue. Pasar la noche en tu propia embarcación, “tu hotel flotante”, y sentirte uno más de todos esos botes que se mueven por la ciudad, es algo inolvidable.